A veces el peso se hace insoportable y me veo obligado a dejar que salga el mar por mis ojos, intento ponerle un nombre a mis monstruos, un rostro, busco desesperadamente una forma de identificarlos, de expurgar toda la materia oscura que pasa a duras penas por mis mis venas, pero la losa termina por aplastarme antes de lograr hacerlo.
Imagino que tú me miras y que ves la cara de un payaso de circo que intenta hacer lo imposible para mantener una buena función, te estás riendo de mí y lo veo en el brillo de tus ojos; yo también lo hago, cada día al despertar y cada noche al cerrar los párpados; me río de mí a carcajada limpia, por eso entiendo que tú lo hagas.
En algún punto del camino perdí una pieza fundamental de mi mecanismo, ahora las cadenas se enganchan y se destensan las cuerdas del títere.
He dibujado esta mueca en la careta, soy mi mejor mentira.

Impresionante.
ResponderEliminarImpresionante.
ResponderEliminarNo sé cuál de las dos sonrisas es más triste: la del que no sabe nada o la del que sabe demasiado.
ResponderEliminarSiempre podemos abrir el grifo y lavarnos la cara para volver a reconocernos. Mostrarnos al mundo, limpios, porque, a fin de cuentas, las mentiras se acaban descubriendo.
ResponderEliminar(sonrisa de elefante)
Que nuestra única verdad sea nuestra peor mentira es culpa de los monstruos, que susurran gritando desde dentro y ni siquiera les vemos.
ResponderEliminarUn abrazo,
S.
Cómo me ha dolido leerte esta vez. Porque he sentido de veras la carcajada en la mirada ajena y la afirmación de "tranquilo, que por reírse de mí yo soy la primera" y duele.
ResponderEliminarA mí también me gustaría a veces ponerle nombre a todo aquello que está dentro y te hace sangrar un poquito, pero a ver quién se atreve.
(saludos)