Cuando me levanto veo a Rain con una taza en las manos, un líquido rojo con olor a fruta. Imagino la bebida deslizarse por su labio inferior, a lo largo y ancho de su lengua, por su garganta... Como mi sangre cuando muerde por las noches.
-¿No vienes?
Su colmillo se posa donde hace un momento estaba el borde de la taza y su sonrisa corre las cortinas; la luz plateada de la luna entra por la ventana e inunda el colchón.
Veo mi piel blanca hacer contraste con las sábanas negras, la larga cascada de color rojo que cae sobre mis hombros. Levanto la vista para contemplar las motas de polvo de millones de colores que flotan por el aire. Y oigo su risa tintinear al otro lado de la habitación.
-Se te va a enfriar el té.
Quiero decirle que me importa un comino ese líquido que bebe a todas horas, que quiero sexo otra vez. Que anoche lloré y dolió mil veces, pero que bese, por favor, besa, esta sonrisa de muerta que adorna mi rostro.
Entre sus pechos y los míos existe el abismo que separa el latido del momento justo antes de morir, he caído ahí mil veces, por ella, con ella, tras ella. Su mano acaricia el centro gravitacional de todos los apagones de las grandes ciudades, mi gemido se convierte en la llamada a la madre de las bestias, la seña de identidad de la misma. Soy más bestia que humana, eres más cadáver que todas mis pesadillas.
Abro su pecho en canal y salen volando las polillas, su pelo del color del mar por la noche acaricia mis pezones, que se erizan y bailan con los druidas, con sus dedos, con su lengua.
Llamamos al bosque a gritos de orgasmos salvajes y la lluvia azota nuestro clímax, el viento recoge toda la maldad que Rain esconde bajo las uñas.
-No quiero beber nada, gracias.
Las campanillas vuelven a sonar, me pregunto dónde guarda esa dulzura que sustituye a la macabra risa de bruja que sale de sus cuerdas vocales cuando le hablo de mis miedos. Cuando le digo que temo el día en que use toda su fuerza y todo su poder contra mí, sobre mí, por y para mí
Se levanta y viene, el salto de cama ondea con sus pasos, tan grácil como una bailarina, tan salvaje como una pantera.
Es todo tan normal y extraño a la vez que cuando su piel toca la mía se oye una explosión, la sangre corre al encuentro de su boca y mis extremidades hormiguean pensando en su tacto.
Dueles como nadie.
(hoy me prometo que algún día todos estos personajes tendrán su historia)

Me he puesto a llorar, como una tonta, como una bruja cansada, no lo sé, pero emocionada por tus letras, por su historia.
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"Su mano acaricia el centro gravitacional de todos los apagones de las grandes ciudades" (LLLLLLLLLLLL)
ResponderEliminar¡Hola Trece! Me ha encantado el texto. Acabo de descubrir tu blog pero me gusta mucho como escribes. Leyendo esto es como si me hubiera puesto en su piel.
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