Conocer mejor la anatomía de tus manos que las letras que componen mi nombre no logra calmar este jadeo impertinente que agita mi pecho. Y supongo que es mucho pedir recordarte lo mínimo, a ser posible, solo cuando los pájaros se estrellen contra los cristales, así como yo me estrellaba en tus labios.
Saber cómo se curvan tus labios en la boca del botellín no ayudará a que mis pesadillas salgan por la puerta, pero puedo masturbarme pensando en tus dedos sosteniendo la cerveza. En la cicatriz del pulgar, en la mancha de tu muñeca derecha. Puedo imaginarme que vuelves a enredar tus manos con mechones de mi pelo, que sueltas la coleta y cae sobre mis hombros, puedo imaginarme bajando por tu torso y, en fin, ceder a la jodida suerte que me ha atragantado este sentimiento amargo y áspero.
Puedo seguir manchando mis manos de tinta y estas hojas de sangre pero Vix está gritando (otra vez) desde la cocina, así que toca darme chance para estirar las piernas y fumarme un cigarrillo.
—¿Qué coño te pasa, Vix? Tus gritos me recuerdan a mi madre, tío.
—Lo siento, joder, había un gato negro en la puta ventana.
Será idiota.No puedo evitar reírme en su cara.
—Ojalá tu abuela no te hubiera contado tanta tontería, Vix, eres demasiado supersticioso.
—Deja de reírte, joder. El puto gato no hacía más que mirarme, ¡Estoy temblando! Será cabrón.
¿Te acuerdas de cómo pasábamos por debajo de las escaleras? ¿De cómo acariciábamos a los gatos negros que nos encontrábamos en la calle? Vix siempre se pillaba unos cabreos del copón, vais a darme mala suerte, decía. Y tu reías y yo te miraba.
Después, pasadas las doce, entre las sábanas, me hacías ronronear y decías que yo era la mejor mala suerte que podían haber escrito para ti.
—Es solo un gato, Vix. no le culpes a él de tus mierdas.

Siempre es más fácil culpar a otro de nuestros propios miedos. De esa manera el problema no es propio, es de alguien más.
ResponderEliminarSaludos.
J.
Ay, Trece, escribes tan bien en tan poco, que me haces no poder decir nada más que escribes bien, que eres increíble, y que ojalá nunca faltes en este mundo bloggero y en mis notas de audios.
ResponderEliminar♥
Pobres gatos negros que se llevan siempre las culpas.
ResponderEliminarQué difícil es olvidarnos de aquellos que no nos arrancamos del pecho. Tal vez sea como mantenerle la mirada a un gato negro.
ResponderEliminarUn abrazo,
S.
Dios, cuánto extrañaba leerte <3
ResponderEliminarUn beso grande, siempre es un placer pasar por acá :)
S.