Echar la vista atrás tal vez no es la mejor idea que he tenido; ambos sabemos que lo mío no son las ideas más brillantes, sino las que recordaremos después, cerveza en mano, sonrisa rota y mirada de niños.
Mis ojos se mueven desesperados a la esquina de mi cuarto, he creído oír pasos frente a mi puerta, siento el manubrio moverse y el aire frío entrando y ya no sé si vienen ellos a por mí o viene mi reflejo a recordarme el desastre que dejamos atrás, y me da igual.
Miro la copa que descansa frente a mí como un cachorrillo hambriento, el carmín reseco en los bordes del cristal, susurrando antiguos encantamientos que erizaron tu piel. Si las ideas brillantes no son mi fuerte no he de hablarte de los errores que estoy por cometer, de las guerras que libraré en los próximos meses, de la derrota que se cierne sobre mí, de mis dientes, de este agarre feroz que mantengo a la vida, dejándome las uñas al borde del acantilado. No he de hablarte de las ganas que tenía de llegar a casa y encontrarme contigo apoyado en la encimera, y no al jodido gato mirando por la ventana. De que ahora me observan mis miedos desde las esquinas y soy incapaz de ahuyentarlos. Sinceramente, ni siquiera sé si quiero hacerlo. Siento que me hace más fuerte recordar cada día qué puede llegar a frenarme, y qué no lo hará nunca porque pese a todo voy armada y no tengo nada que perder, nada que me importe, al menos. Nada que importe lo suficiente como para quedarme en el banquillo una vez más.
Echar la vista atrás es reencontrarme y prefiero meterme bajo el agua y limpiar la sangre de los arañazos. Nacida bajo el símbolo de Venus, de repente mi desnudez se convierte en un peligro, en una ofensa, en una plegaria. Estoy en tu recuerdo devorándote vivo y sonriendo como una perra, porque si soy valiente solo soy un animal, si soy débil solo soy tu pasatiempo, si camino sola, tu objetivo. Y sabes qué, ya me da igual, no es culpa tuya no saber que la diana está en tu pecho y no en mis tetas, ni en mi coño, ni en cualquier palabra que desees saborear.
Echar la vista atrás y volver al presente significa que puedo decir todas las gilipolleces que se me ocurran y tú estás obligado a creerme.
Deja de mirarme así, gato estúpido.
¿Por qué será que la mirada de los gatos despiertan tantos sentimientos encontrados...?
ResponderEliminarSaludos,
J.
A veces mirar hacia atrás es casi tan doloroso como lo que nos costó llegar a donde estamos.
ResponderEliminarUn abrazo,
S.
Te amoo 😘
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