Puedo notar el ardor en la cuenca de los ojos, como si estas estuvieran vacías y en su lugar se alzaran llamas de color violeta, como si mi cráneo fuera un barco a punto del naufragio, como si...
El dolor sordo que cubre mi esternón, un líquido caliente que gotea incesante por el centro de mi pecho, recordándome la humanidad que se cierne sobre mí y hace temblar estas manos y derramar, una vez más, las lágrimas que no me atreví a tragarme. En la piel de mi frente descansa el beso de un demonio, que me cubre con sus alas calcinadas y sujeta la sangre dentro de mis venas, una vez más, sujeta tu recuerdo, mis entrañas, mi rabia. A las espaldas un ángel me clava un puñal y sonríe, noto en la nuca el aliento gélido y el olor a salitre.
Me ha recorrido un escalofrío y me he girado por si estaba ese ángel, porque has conseguido que me sienta fría a pesar de estar cerca del radiador.
ResponderEliminarSigue escribiendo, y como leí en un libro de Paula Bonet: Por favor, no te apagues nunca, o por lo menos no lo hagas antes que yo.
abrazos,
cosquillas y besos.