15.1.23

 Si te preguntas si te amo o si te amé, solo diré que jamás fue mentira cuando dije que eras el amor de mi vida. Jamás menti cuando dije que no había querido a nadie así.

Guardo todavía una bestia dormida dentro de mí, a la que es mejor no despertar, una lluvia tenue y constante que cubre las ruinas de lo que un día fue reino. 

Guardo aquí, bajo llave, planes y  sueños y besos y el tacto de una piel. Estas calles que recorro, esos coches que esquivo ya son conocidos; esta pena ya es conocida pero siempre me pilla con la guardia baja.

El animal aúlla en sueños y yo grito y muerdo la almohada y sangro la pena y la rabia y ya te estoy echando de menos o me estoy echando de menos a mí, es imposible tener claro sobre qué cadáver vuela el ave carroñera o cuál es el motivo de la risa de la hiena. 

Mis iguales duelen, duele a veces su presencia y termina doliendo, siempre, de alguna forma, su ausencia. Pero con la ausencia también me he tomado un par de copas, más de tres, alguna vez. Con este silencio que pita y ensordece y este temblor que me hiela las manos. Estas ganas de ver rojo carmesí, de ver cómo se derrumba un edificio una vez más. 

Sobrevivir y ponerme por delante de mí y no por delante del coche que pasa y me roza y no me magulla... Es mucho más difícil que cuando todos me gritan porque cruzo sin mirar. 

Y nunca dudéis de cuando os digo que os quiero y que os llevo conmigo y que os guardo bien dentro y que siempre es verdad.

Que lo único que olvido es a mí. 

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