29.9.18

No sé.

En tu mente sigue surgiendo la sangre de las heridas sin cerrar; un eco carcomido por el tiempo y un silencio rasgado, a medio coser.
Se ha partido el aire en dos, sin que pudiésemos apartarnos de la explosión; hay una mitad aquí; chillas, aquí un trozo de mí. Aquí un poco de tu rabia.


Al final agazapado el sorbo maldito de un minuto congelado, hemos sido bestias salvajes y ahora animales domesticados a imagen y semejanza de nuestros dueños. En cada articulación un corazón bombeando incesante y este murmullo que acompaña a mis lágrimas en el último recorrido hacia mi cuello. Se resbalan las palabras y los miedos y las ganas de. Las ganas de. Las ganas de.

Repetimos viejos hechizos a la luz de la luna que, antigua como la tierra que pisan nuestros pies descalzos, escucha y observa sin juzgar.

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