13.10.18

00:30 - Confesiones

Sueño con la piel estirada sobre los huesos y replegada en cada vértice de mi anatomía. 

Las estrellas se ven mejor tras el humo del cigarro. 

He congelado el tejido del músculo que me mantiene viva; algo late debajo pero ya no recuerdo lo que es. 

Sigue doliendo y para esto no hay cura; dicen que el tiempo, pero guardo dudas al respecto. 

He intentado ser quien era pero ya no soy. No soy, no soy, no soy. 

Repito lo que sangra y sangro muy poco. Y pienso que ojalá más. 

Ya no hay manos calientes recorriendo este cuerpo, solo la náusea en la garganta y el miedo en mi epidermis. 

Ese avión va muy despacio y yo quiero ir en él, pero estoy estática en este banco, observando su lento deslizar en el cielo nocturno. 

Recuerdo una voz y un susurro. 

La noche me abriga y me aterra a la vez. 

Ya no me atrevo a. Pero quiero que. Y no sé. 

Escondo un deseo feroz en el vientre. 

He escrito muchas cartas de suicidio pero al final me iré en silencio; nada de gritos como cuando emergí del vientre materno, mi partida será un suave deslizar en el tiempo, una piel hecha ovillo y unos ojos que se apagan.

Tengo cartas de amor en la guantera, con caligrafía rápida e ilegible, con sentimientos feroces y hambrientos y abandonados y. 

Ya no escribo sobre ti ni sobre nadie, porque no se merecen mis letras. No las merezco ni yo. Y aquí el castigo. 

Ya no existe canción que pare la corriente de pensamientos demoledores. 

Una voz cálida se ha colado en mi almohada y me susurra por las noches palabras que no logro entender. 

He soñado con otros brazos y no me siento libre. 

No me siento. 

¿Lo haces tú en algún momento? 

Solo un destello. Un pensamiento fugaz y seguiré existiendo. 

                          
Cimitero Monumentale di Milano (Italy)

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