Sueño con la piel estirada sobre los huesos y replegada en cada vértice de mi anatomía.
Las estrellas se ven mejor tras el humo del cigarro.
He congelado el tejido del músculo que me mantiene viva; algo late debajo pero ya no recuerdo lo que es.
Sigue doliendo y para esto no hay cura; dicen que el tiempo, pero guardo dudas al respecto.
He intentado ser quien era pero ya no soy. No soy, no soy, no soy.
Repito lo que sangra y sangro muy poco. Y pienso que ojalá más.
Ya no hay manos calientes recorriendo este cuerpo, solo la náusea en la garganta y el miedo en mi epidermis.
Ese avión va muy despacio y yo quiero ir en él, pero estoy estática en este banco, observando su lento deslizar en el cielo nocturno.
Recuerdo una voz y un susurro.
La noche me abriga y me aterra a la vez.
Ya no me atrevo a. Pero quiero que. Y no sé.
Escondo un deseo feroz en el vientre.
He escrito muchas cartas de suicidio pero al final me iré en silencio; nada de gritos como cuando emergí del vientre materno, mi partida será un suave deslizar en el tiempo, una piel hecha ovillo y unos ojos que se apagan.
Tengo cartas de amor en la guantera, con caligrafía rápida e ilegible, con sentimientos feroces y hambrientos y abandonados y.
Ya no escribo sobre ti ni sobre nadie, porque no se merecen mis letras. No las merezco ni yo. Y aquí el castigo.
Ya no existe canción que pare la corriente de pensamientos demoledores.
Una voz cálida se ha colado en mi almohada y me susurra por las noches palabras que no logro entender.
He soñado con otros brazos y no me siento libre.
No me siento.
¿Lo haces tú en algún momento?
Cimitero Monumentale di Milano (Italy)
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