17.11.18

El amor como el canto.


Me abrazas y cubres mis cicatrices con las manos; son finas, son ramas. Eres verde, como la esperanza y el árbol centenario, y agua fría, calmas el dolor y ayudas a coagular la sangre. La herida no se cierra pero ya no habla.
El amor como el canto; fuerte y sonoro y dulce y cariñoso y... El sexo helado, los monstruos nos atrapan e intimidan, pero tus labios siguen besando la piel.

Los cuerpos se enredan en el hielo; maldita incertidumbre... Tu alma inerte y la mía solo furia. Los dientes bañados en sangre y el hambre en la punta de la lengua. Te quiero y desgarra. Te quiero y ahoga. Te quiero, te quiero, te quiero. Te quiero y te puedo. Y me debo, sobre todo me debo. De saciar saciaré mi sed y no tu gula y contaré sin los dedos de una mano los pecados que me quedan por cometer; ya he matado y he robado y nunca hubo víctimas. Ya he mentido y codiciado sin remordimientos. Ya he comido de la carne fresca y de la muerta. Acaricio mis cabellos y mis pechos y me tiendo lánguida sobre el barro, a la orilla del lago. Y envidio las sábanas que rozan cada noche la piel lisa de tu espalda y no mis uñas dejando trazos en ella; no es mi boca pegada a tu oído la que clama a gritos, izo la bandera y declaro la guerra a todas tus dudas.

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