28.12.18

Remember me.


Recuérdame cuando dejes de buscar en tus ruinas la piedra que hizo que todo se desmoronara. 

Recuérdame en las olas y las tormentas y cada vez que la discordia se instaure en alguna región cercana. Recuerda que los tambores claman en el infierno y es por mí y que íbamos a gobernar a los condenados y malditos. 
Recuérdame en el aullido del lobo y el vuelo de los cuervos; cada vez que abras una cerveza, te sirvas un poco de vino y pienses en Dionisio y las demás deidades a las que he dedicado alguna palabra. Recuérdame. Recuérdame porque no quiero ser silencio ni color blanco-ausencia. No quiero ser una vuelta de la manecilla del reloj. Recuerda mi risa imperfecta y exagerada, hace tanto que no sale de mi garganta que... que yo ya no la recuerdo. 

Recuérdame luchando contra mis miedos y fracasos y recuérdame, hija de la ruina y animal salvaje. Diosa de la discordia y compañera de catastróficas desdichas. Recuerda los olvidos tontos y esas carreras por la ciudad vacía. Recuerda a Sabina y a la música retro en nuestro viaje de verano. Recuerda la pelea como la fuerza y repite en voz alta; pararás un tornado y te quedarás aquí porque después no hay nada. 

Tira la piedra y no escondas la mano y riéte de todos ellos. 

Después no hay nada. 
Después no hay nada. 

Y qué aburrimiento. 

Recuérdame como un instante, un número impar, un mote estúpido. Un te quiero... uno y mil más. 

Hazlo tú. 
Después no hay nada 
y eso implica que yo ya no podré recordarnos. 

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